Traspasar el límite de lo aceptable, del tabú y del buen gusto no es un problema para Shintaro Kago (Tokio, 1969), que apuesta por las desviaciones sexuales como eje temático de una obra en la que el morbo, la degradación, el horror y el más pervertido sentido del humor conforman su desbordante universo febril. El nipón ha permanecido entre bambalinas e inédito hasta que comenzó a prodigarse en la red, y, elevado a mangaka de culto por muchos seguidores, consiguió su primera exposición europea en Amsterdam (2008). Editores de Tebeos, haciéndose eco del éxito del que goza Kago en determinados sectores underground, catapultó sin tapujos una edición en castellano de 'Cuaderno de masacres'. Este compendio de trece relatos macabros, contextualizados en el antiguo Edo, combina los excesos y la originalidad con elementos eróticos, violentos, escatológicos y necrófilos. Aunque se puede leer de manera independiente, no son series aisladas, ya que los personajes de las distintas historias acaban confluyendo a lo largo de una pieza que en conjunto resulta coral.
Perteneciente al género artístico ero-guro, el nipón mezcla de manera bizarra lo desagradable y lo erótico-grotesco con viñetas inteligentes y un estilo extravagante, que, a pesar de estar en la misma línea gráfica de Shuehiro Maruo o Hideshi Hino, lo convierte en único. El autor de 'Funeral' juega con el lector, rompe con la cuarta pared para interpelarlo directamente y que tome así conciencia de su voyeurismo. Este estilo revolucionario, que pone énfasis en la decadencia y la corrupción sexual, surgió en 1936 (aunque los antecedentes se remontan a artistas del Ukiyo-e que grabaron en madera mutilaciones y crucifixiones) a raíz de un caso real protagonizado por la geisha Sada Abe, que tras estrangular a su amante, le amputó el pene y deambuló durante días por Osaka con el miembro envuelto en papel de periódico hasta que las autoridades la detuvieron. El suceso conmocionó tanto a la sociedad de la época que terminó adquiriendo tintes míticos e irrumpió en la literatura a modo de cuento con múltiples versiones. También influyó en el manga, el teatro o el cine ('El imperio de los sentidos' de Nagisa Oshima).
Pero, en el séptimo arte, el ero-guro se muestra más explícito en cineastas como Kazuo Komizu. Con 'Guts of a virgin' (1986), donde un grupo de actrices porno son violadas y brutalmente asesinadas por una criatura que habita en el bosque, sentó las bases de toda una saga sangrienta, caso de la extrema 'Guts of a beauty' ('Bijo no harawata') o 'Rusted body: Guts of a virgin' ('Gômon kifujin'). Este género, prohibido en muchos países (casi desaparecido en la gran pantalla, en Japón ha quedado recluido al manga y el anime), cosecha una notoriedad incontestable. El historietista Shintaro Kago, que recrea escenas tan hilarantes como crueles y se supera a sí mismo en cada libro, es ya un 'bestseller' en su patria gracias a títulos como 'Shine, Greater East Asia Co-Prosperity Shere', 'Atrocious comedy in front of the station', 'Everything is peaceful', 'Notebook of muder and killing' o 'Dance! Kremlin Palace'. En cuanto al mercado nacional, Editores de Tebeos ha publicado 'Cuaderno de masacres', 'Reproducción por mitosis', 'Novia ante la estación', 'Fraction' y el angustioso 'Funeral'.