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Alicia en el mundo gótico de Camille Rose Garcia

La representante más siniestra del surrealismo pop presenta en el Museo Walt Disney una serie pictórica inspirada en la obra de Lewis Carroll.

Publicado: 14/06/2013

Su pasado punk rock, los desvanes confesos con las drogas, la asiduidad como espectadora a conciertos de Iggy Pop, el amor declarado por la música de David Bowie y su respuesta a la llamada de The Clash, convierten a Camille Rose Garcia, cabeza visible del movimiento artístico 'pervasive art' o 'surrealismo pop', en la más siniestra y vibrante de su género. La reinterpretación nostálgica de los cuentos de hadas clásicos y la apropiación libre del pastiche pop sitúan su obra en un terreno oscuro, donde la ensoñación marca el pulso de un estilo en alza, que, junto a Mark Rayden, Gary Baseman, Tara McPherson, Mack Peck o Tim Biskup, se postula actualmente como una firma codiciadísima en el mercado del arte. Fascinada por los mitos modernos, sobre todo los engendrados por la factoría Disney, la californiana los hace suyos para alterarlos desde un planteamiento novedoso y radical. Ahora, el Museo Walt Disney (San Francisco) presenta una exposición titulada 'Camille Rose Garcia: Down the Rabbit Hole', en la que el arte postmoderno de García se confronta con las formas asimétricas de Mary Blair, la dibujante más popular de Walt Disney en la década de los cuarenta y cincuenta. Hasta el 3 de noviembre exhibirá más de 40 piezas, entre murales y pinturas, que sirvieron a Garcia para ilustrar en 2010 'Alicia en el país de las maravillas' de Lewis Carroll por encargo de la editorial Harper Collins.

Reina de Corazones

Este revival visual del cuento predilecto de los psiconautas captura las aventuras surrealistas de la joven Alicia, los encuentros con el Sombrerero Loco, la adormilada oruga azul que fuma pipa, las conversaciones pseudofilosóficas del gato Cheshire o los enfrentamientos con la malvada Reina de Corazones, para trasladar al espectador a mundos oníricos y mágicos que distan mucho de la visión victoriana de John Tenniel. “El ilustrador inglés siempre estuvo entre mis favoritos, y aunque quise permanecer fiel a su trazo he aportado un toque gótico y contemporáneo”, declaró la artista en el diario Los Angeles Times. Admitiendo, también, que adora Disney porque “difumina la barrera entre lo imaginario y lo real”.

Con claras alusiones al cine fantástico, crea ambientes tenebrosos mediante una narración seductora que se ajusta al juego entre realidad y ficción desarrollado a lo largo de la novela de Carroll como producto de los desvaríos de la razón. “La obra se presta al tipo de trabajo que hago, tiene ese punto caricaturesco, y, además, propone mundos alternativos y la posibilidad de cambiar la realidad”, puntualizó Garcia.

Life on Mars

La rebeldía siempre ha caminado de la mano del rock. A los veinticinco años formó parte del grupo punk femenino The Real Minx. Durante ese periodo comenzó a diseñar carteles de conciertos para bandas como Death Cab for Cutie y pegatinas para la radio pirata KBLT. Según la norteamericana, escritores como Philip K.Dick o el beat William Burroughs son un ejemplo por “rebelarse contra las normas literarias y sociales de su tiempo”. La narrativa obscena del de Misuri, que pretende provocar angustia existencial y hacer partícipe al lector del nihilismo nietzscheano, es retomada por la artista junto a la experimentación 'cut-up', que extrapola al lienzo en un intento de innovación pictórica. El relato deja de ser lineal para convertirse en un collage significativo y rítmico.

La de San Francisco parte de la estética edulcorada del cuento de hadas para lanzar una crítica contra la sociedad 'pill-poping' a través de pequeños detalles: desde frascos de pastillas hasta manzanas envenenadas que ofrecen las madrastras. “Sus distopías no sucumben a mitologías inverosímiles como escapismo, sino que expresan aspectos sombríos del mundo con figuras estilizadas, sonámbulas e inquietantes”, expone el crítico de arte Carlo McCormick en 'Tragic Kingdom' (2007). Además, la pintora ha declarado en muchas ocasiones su interés por “desmitificar con brillos negros las falsedades de Disney disfrazadas de plástico y formas animadas”. Sin embargo, paradojas del destino, un arte que desde sus orígenes aspira a ser controvertido se instala sin complejos en la mayor industria de historias artificiales ligadas al consumo. ¿Acabará el 'pervasive art' convirtiéndose en una suerte de 'populuxe'? Aunque quizás la cuestión radica en la posibilidad de que los rasgos de identidad de la artífice de 'Snow Black' (esto es, las criaturas encantadoras, las intensas gamas cromáticas de sus escenarios, la despreocupación por la perspectiva y las composiciones delirantes) supongan el inicio de la renovación gráfica de Disney.

María José López

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