Septimo Vicio - El cine visto desde otros t iempos

Bravo Maestros

Publicado: 12/11/2006

Como muchos chavales de mi generación, crecí fascinado por las películas de los ochenta, una década en la que todo era más artesanal y mágico. Y gran parte de esa magia provenía de la música.

Jerry Goldsmith
Jerry Goldsmith en concierto en Sevilla, foto de Julio Rodríguez

Jerry Goldsmith
Jerry Goldsmith en el patio del Teatro de la Maestranza - Sevilla, foto de Julio Rodríguez


Basil Poledouris, foto de Julio Rodríguez

Basil Poledouris en el patio del Hospital de Santiago de Úbeda, foto de Julio Rodríguez

Con el tiempo descubrí que la música de cine se comercializaba en vinilo y cintas de cassette, y empecé mi colección con las típicas bandas sonoras "que todo el mundo conoce" porque van ligadas a películas muy populares, imposibles de imaginar sin el acompañamiento de sus famosos temas. ¿Quién no ha silbado o tarareado alguna vez La Guerra de las Galaxias, Superman, Indiana Jones...? Casualmente son del mismo compositor, John Williams, un genio especialista en crear leit motivs reconocibles. Podría poner otros ejemplos, pero quizás no serían tan… fáciles. Porque a partir de este punto es cuando empieza la verdadera afición. Poco a poco vas recopilando obras de estos y otros autores, hasta que el maletín de cintas se queda pequeño y acaba convirtiéndose en una estantería llena de CD's.

Éste fue mi caso. Durante años, las bandas sonoras de cine han ilustrado mis viajes por carretera, han ambientado alguna que otra partida de rol, me han inspirado mientras dibujaba o escribía… La admiración que un amante de esta música llega a sentir por sus autores es tal, que te sientes en deuda con ellos porque sus composiciones han acompañado muchos momentos de tu vida. Por eso habría sido imperdonable no aprovechar la oportunidad de conocer a algunos de estos ídolos en persona.

La primera vez fue el 7 de Noviembre de 1998. Jerry Goldsmith dio un concierto en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Fue impresionante estar allí y verlo dirigir temas de ayer y hoy con una fuerza increíble para su edad. Durante más de dos horas le vimos de espaldas luciendo su famosa coleta blanca, pero cada vez que terminaba una pieza se giraba hacia nosotros y nos daba las gracias en español. Al final dejó el bis a elección del público y hubo votaciones a mano alzada en todo el Teatro. Cuando acabó el concierto le regalaron un ramo de flores y un sombrero sevillano que no dudó en ponerse, mientras hacía el esfuerzo de comunicarse con nosotros en español.

Nada más despedirse hubo una auténtica marabunta que se lanzó a las puertas del hall esperando que apareciera para conseguir el ansiado autógrafo. Dejaron pasar a unos pocos afortunados, y al rato Jerry se asomó para confesarnos que estaba cansado y se marchaba. Pero su intérprete nos dijo que prometía mandarnos a todos una foto firmada si dejábamos nuestros nombres y direcciones en un buzón que había por allí. No mintió. Semanas más tarde recibí un sobre con una gran foto del maestro en blanco y negro, firmada en color plateado. Es obvio decir que ocupa un puesto preferente en la decoración de mi cuarto.

Este año la ocasión fue aún más especial. Del 20 al 23 de julio tuvo lugar el 2º Congreso Internacional de Música de Cine "Ciudad de Úbeda", que me brindó la oportunidad de asistir a varias charlas con unos ponentes de lujo: "El trío de los Juanes": John Frizzell, John Debney, John Ottman… y el gran Basil Poledouris, que nos contó sus experiencias con la música de Conan el Bárbaro. Pero sin duda, el eje del Congreso fue el concierto que ofrecieron estos autores en el patio del antiguo Hospital de Santiago, dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Andalucía y la Escolanía Ubetense.

John Frizzell nos deleitó con una suite de algunas de sus obras igual que John Ottman, quien interpretó Superman Returns a los pocos días de su estreno en nuestro país. John Debney nos sobrecogió con una suite de La Pasión de Cristo acompañada de la cristalina voz de Lisbeth Scott. Y por último llegó el más esperado, Poledouris, que nos hizo viajar en el tiempo a esos años de la infancia con la música de Conan, orquestada para el público por primera vez en su historia. Mientras el maestro dirigía sacando fuerzas de nuestro entusiasmo, las imágenes de la película se iban sucediendo en una pantalla, sincronizadas con cada uno de los temas.

Ambas experiencias fueron inolvidables. Durante años había escuchado la música de estos compositores pensando que eran tan importantes y estaban tan lejos que no los vería más allá de una pantalla o una revista. Sin embargo allí estaban, en carne y hueso, entregados, orgullosos de sentirse queridos. El concierto de Jerry fue apoteósico y llegué a tenerlo muy cerca. En Úbeda encontré a unos mitos que realmente no lo son, porque todos se mostraron accesibles y dispuestos a firmar lo que hiciera falta y a hacerse fotos con sus admiradores.

Jerry Goldsmith se fue hace dos años. Basil Poledouris acaba de hacerlo. Los dos tenían cáncer pero eso no les frenó para correspondernos como mejor podían hacerlo: con su música en directo. Y mientras la música suene, su espíritu seguirá vivo.

Bravo, maestros.

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