Cannes 2010: "Psalm 21"

Obra de escasa originalidad y nula perspectiva comercial, a pesar de que sus intenciones formales pretenden perseguir lo contrario —quizá estimulada por el éxito crítico y de público previo de obras que comparten la misma nacionalidad de producción como Déjame entrar o Millenium—, Psalm 21 mezcla conceptualmente, en algunos casos sin ningún rubor, el cine de fantasmas “japonés” (adaptado a estilemas propios del norte de Europa), con el cine de denuncia social de perfil alto.

Publicado: 28/05/2010

No es, desde luego, la mejor carta de presentación de una obra repleta de efectismos nonsense (inconscientemente paródicos en el peor de los casos) y de otras soluciones visuales de índole paroxísticas (algunas de las cuales sabotean su coherencia interna), víctima subsidiaria de un entramado sesudamente incoherente que se completa con un ejercicio de auto-expiación que afecta no solo al propio protagonista (un sacerdote con dudas de Fe y problemas familiares) sino a aquella entidad jerárquica que lo alimenta y cobija.

Cuento de fantasmas de vocación redentora con más pirotecnia infográfica de la que su argumento necesita, el debut como director del actor Fredrik Hiller sabe mejor cuánto más lejos queda su relación con el cine de terror contemporáneo (no en vano, sus secuencias iniciales nos sugieren estar en presencia de un producto de gran categoría expositiva), dejando solo para el recuerdo un flemático speech de vocación anticlerical que protagoniza (hasta tal punto que acaba convirtiéndose en su único reclamo) sus últimos minutos; una coda final de ascendencia vehemente pero lúcida que mejora —y, en parte, compensa—, la inmensa colección de tópicos (especialmente en lo que refiere a su subtrama fantástica) que definen la mayor parte de su grueso argumental; en último término, aquello que la propia película (tan arriesgada como imperfecta) deja en el gaznate.

J.P. Bango

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