Cannes 2010: "The illusionist"

Preciosista pero nada condescendiente relato de magia y amistad fraterno-filial basado en un guión nonato de Jacques Tati, la nueva película de animación de Sylvane Chomet, director de Les Triplettes de Belleville, ofrece un lúcido relato sobre la amistad, el deseo y la soledad con el mito de Pigmalión como telón de fondo.

Publicado: 26/05/2010

Cinta de animación esplendente y cuidada, detallista y de gran elegancia expositiva, la obra de Chomet trasciende su condición de vehículo formal (de alto presupuesto, además) adaptando la obra de Tati con una gran atención hacia los pequeños detalles, los gestos o las emociones. Como ejercicio melancólico con derecho a roce, pues, The illusionist indaga, de manera lúcida, sobre el paso del tiempo y las imposturas, sobre la necesidad de adaptarse a los cambios del entorno, sobre la desazón que supone saberse parte del pasado. Como espectáculo animado, Chomet se apoya en una dirección artística profusamente inspirada, fruto de varios años de trabajo (a medio camino entre Gran Bretaña y Francia), especialmente en lo que atañe al retrato dibujado que se hace de la ciudad escocesa de Edimburgo (marco contextual que ejerce de protagonista y cómplice de esta historia).

En su conjunto, se revela como una obra deliciosa, a ratos, abrumadoramente brillante que transita entre el cine intimista y el espectáculo de apariencia evocadora con el fin de la inocencia como sucinto epítome conceptual. The Illusionist (un título que adquiere un gozoso doble matiz durante el desarrollo de la cinta) pretende no tanto trasladar a los nuevos tiempos la personalísima cinematografía del director/actor francés como conquistar el corazón de su público potencial mediante pronunciamientos empáticos (en este sentido queda, en la retina, la secuencia de los zapatos de tacón); los mismos que en su versión más agria definirán las últimas secuencias de la película. Es, con pocas dudas, una de las cintas de animación del año. Y no lo pretendía, quizá sea este su principal mérito.

J.P. Bango

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