Septimo Vicio - El cine visto desde otros t iempos

Las últimas reseñas del festival

Publicado: 26/02/2008

Antes de dar por concluido nuestro reportaje especial dedicado a Punto de Vista 2008, allá van las reseñas de los títulos que quedaron relegados para mejor momento:

“The mosquito problem and other stories”. O como escrutar la cotidianeidad de un microcosmos (la ciudad de Belene al norte de Bulgaria) a través de la tragicomedia de contexto tristemente (su)realista: una población angustiosamente empobrecida por su pasado comunista y asediada por una insoportable plaga de mosquitos; una central nuclear, pretérito orgullo del programa soviético, cuyos planes de construcción nunca llegaron a finalizarse; un parque protegido frecuentado por turistas ociosos, cazadores furtivos y presos de una cárcel próxima, recuerdo intacto de un antiguo campo de concentración. Un puzzle humano tan amargo como entrañable.

“Ocho veintiocho”. O como filmar con humildad un episodio existencial fundamental con absoluto mimo y honradez. El retorno de un joven israelí (el propio director) a su kibutz para confirmar o rechazar su pertenencia al mismo llegada una determinada edad, constituye un noble regreso a los orígenes (familiares, comunitarios, culturales/religiosos), en el que las preguntas, los encuentros y las imágenes de la infancia emergen con el ligero y sosegado transcurrir de los días.

“Must read alter my death”. O como reescribir la propia biografía familiar destapando la caja de Pandora. 201 películas caseras, 50 horas de grabaciones de audio y 300 páginas manuscritas. El material con el que Morgan Dews destruye por completo la imagen icónica de la familia feliz del resplandeciente barrio residencial de la América dorada. Un exhaustivo trabajo de edición en el que el antagonismo entre imagen y sonido aporta un nuevo terreno significativo a la verdad original de los archivos hallados.

“O Estado do Mundo”. O como perder una vez más la esperanza por los proyectos colectivos previamente encumbrados por el renombre de sus participantes. Desde las aportaciones francamente irrelevantes (Pedro Costa, Ayisha Abraham) hasta las contribuciones directamente oportunistas cuya acomodada apropiación/reproducción exenta de innovación alguna resulta lamentable (Chantal Ackerman). Afortunadamente, la magia y los abstractos juegos disyuntivos de Apichatpong Weerasethakul, y la estampa cruda (aunque ya reiterativa) de la represión y sus imperturbables ejecutores captada por el objetivo de Wang Bing, mantienen el pulso de la cinta.

David López

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