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Cannes 2010: "Armadillo"

Ya en sus primeros pasos, con la etnografía participante y el maniqueísmo narrativo de Robert Flaherty, o los principios constructivos del cine-ojo vertoviano, el campo de la no ficción se ha autocuestionado en todo cuanto concierne a su ambigua correspodencia con lo real, abordando como conclusión que las aspiraciones del retrato objetivo no son más que una cortina de humo. En ese sentido, “Armadillo”, crónica de las experiencias al borde del abismo de un destacamento de soldados daneses en la provincia afgana de Helmand, no puede obviar su talente discursivo y adulterado cuando el punto de mira de la cámara o el trabajo de edición nos remiten constantemente a ese imaginario bélico contemporáneo altamente contaminado por sus pretensiones moralizantes.

Publicado: 05/06/2010

Tan panfletaria como pretenciosa, la ópera prima del documentalista televisivo Janus Metz Pedersen no puede ocultar en ningún caso sus primeras intenciones bajo la coartada de desgranar el día a día de los soldados movilizados a mayor gloria de la abyecta guerra contra el terror promovida por la administración estadounidense. Sea por la locura adrenalínica y el sangrante espíritu aventurero de unos, sea por el vaciado de sentido que sufre la juventud danesa en pos del advenimiento de ideologías devoradoras, el bisoño ejército que fascina tanto a su director no se desliga en lo más mínimo de aquella caracterización predominante: aprendices de mercenario que arrastran prejuicios y estereotipos, entregados a la magnanimidad de una supuesta operación de protección civil, que sobrellevan la soledad y los tiempos muertos al hilo de videojuegos, cintas pornográficas, rock agresivo y ocio a bordo de aviones aerodinámicos. La algaraza que propicia la camaradería en el frente la interrumpen bruscamente arengas grandilocuentes de los altos mandos, emboscadas frustradas en tierra hostil y regueros de cadáveres de los que nadie quiere hacerse cargo.

Trufando el metraje de declaraciones insípidas, rótulos descriptivos y lacerantes referencias a los símbolos nacionales, el realizador danés contrapone a esa mirada poco amable (en ocasiones “distanciada”) la fatalidad que hostiga sin tregua a la población, aquellos infortunados que, en el centro de un conflicto que no llegan a comprender, son las víctimas invisibles de las ofensivas nerviosas y los bombardeos indiscriminados que ejecutan estos cachorros sedientos de acción. Metz, ansioso por evidenciar la adicción que la contienda produce en los sujetos que retornan al hogar antes de lo previsto, certifica su predilección conceptual cuando recurre a un montaje en paralelo que confronta el drama de los familiares que esperan el regreso de los suyos con la minuciosa descripción de las carnicerías de un asalto militar.

Discutible Gran Prix de la Semana de la Crítica, “Armadillo” ahonda en el significado dramático de las acciones y los recursos expresivos (el sonido sincrónico diseñado por Rasmus Winther o el score de corte minimal de Uno Helmersson) para acabar exhibiendo sin tapujos la desazón, no sólo de un país exhausto, sino de una civilización ensimismada en su papel salvificador. Sin perseguir las resoluciones posmodernas que planteaba Brian de Palma en “Redacted”, la pluralidad de soportes digitales (cámara en mano, videovigilancia, visión nocturna) sigue indagando en las transformaciones estéticas de la imagen, cuestión que poco parece importar a un cineasta cuyo denodado propósito desmitificador (¿cómo son realmente nuestro imberbes reclutas? ¿qué sienten? ¿qué piensan?) sólo sirve para aludir nuevamente a esa historia que se repite una y otra vez cuando la diplomacia desfallece ante la prepotencia de la que se jactan los líderes del mundo libre.

La polémica ha catapulado a la cinta a lo más alto del box office danés mientras redactamos estas líneas, pero, visto lo visto, no estaría de más recuperar aquella ficción de HBO (“Generation kill”), que consciente de sus posibilidades y sus limitaciones, descubría para la pequeña pantalla lo que implica ser marine en las entrañas del averno.

David López

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