"Useless": ¿aún queda espacio para la creatividad humana?
Publicado: 05/05/2008
Consagrado sin discusión como uno de los grandes maestros de la contemporaneidad, el último galardón que Jia Zhangke recibió en la Mostra de Venecia no hace sino certificar el respeto y la admiración que se profesa por la obra del realizador chino, pieza de culto para festivales de renombre que excepcionalmente ha sido bendecida con imprevisibles ediciones en DVD en nuestro país.
Pero si “Naturaleza Muerta” se convirtió en su carta de presentación para un público selecto más amplio, “Useless”, si bien confirma que Zhangke continúa en plena forma, no es sin más una nueva estocada contra los cimientos de un régimen que se tambalea por el peso de sus lacras crónicas. El penúltimo proyecto del francotirador por excelencia de la Sexta Generación no se conforma con lo que cabría esperar de él, es decir, un sangrante retrato de la China de la precariedad laboral, las injusticias y la violación de los derechos humanos. Zhangke sorprende a propios y extraños dando un paso más allá volcándose en metas inesperadas que sugieren una reflexión mucho más rica y temeraria.
La mirada que “Useless” arroja sobre la industria textil del mayor exportador de ropa del mundo apuesta por la confrontación, por el contraste. Dos cosmovisiones diametralmente opuestas que generan la disyuntiva sobre la que se construye este documento. Frente a la producción masiva destinada al mercado internacional de las grandes firmas, Zhangke aboga por defender una visión artística de la moda, un concepción que para nada responde a los principios de la ley de la oferta y la demanda pero que evoca el sentimiento del artesano, más preocupado por la individualidad de las cosas y la fuerza creativa de la que adolecen por completo las manufacturas y las prendas resultantes de las cadenas masificadas. Por ello, a través de los ojos de la diseñadora Ma Ke se exhibe el panorama de la moda que al margen de la maquinaria empresarial abraza aspiraciones artísticas invitando a contemplar un vestido como un objeto provisto de contenidos significativos e historia, así como portador de recuerdos, que establece un diálogo directo entre el autor del diseño y el comprador que lo adquiere. Una moda no reñida con el ingenio y la inventiva que incluso pueda participar en el prestigioso Salón de París. Fundadora de la primera marca local de ropa, la peculiar filosofía de Ma Ke difícilmente puede tener cabida en esa tendencia a lo Uno que domina nuestra interpretación del devenir planetario. Muy al contrario, en la marasmo comercial que impera sobre las masas paulatinamente se rechaza la exclusividad y la autenticidad que para sí reclama lo artístico, a lo que termina por englobarse bajo la categoría de "lo inútil", lo que carece de funcionalidad en términos de marketing y compraventa. No en vano es así como Ma Ke decide denominar su línea de moda.
Por supuesto, justo cuando parecía que Zhangke nos mostraría además la faceta solidaria y comprometida de Ma Ke (avocada a localizar sus talleres en zonas deprimidas del país), se interesa por la otra cara de la moneda, la temible realidad diaria del sector marginal de la nación. Aunque nos reencontramos con esa China rural y minera cercada por las condiciones extremas que los rostros agotados apenas si pueden disfrazar, sigue inquietando esa economía de pura supervivencia a la que se aferran los anónimas víctimas de la irónica política estructural del gobierno de Pekín. Ni siquiera hablamos ya de trabajadores explotados próximos a la esclavitud que visten diariamente a Occidente, sino de esa mano de obra camuflada que malvive con los dos yuanes que pueden llegar a percibir por un arreglo en un pantalón. Pero ajenos a la maximización de beneficios y la reducción de costos y tiempo empleado, todos, absolutamente todos, no podemos dejar de preocuparnos por nuestro aspecto, obsesionados por nuestra apariencia absortos en esta cultura del cuerpo.
Sorprende análisis no sólo de la cruda situación del gigante asiático, sino concretamente de la crisis de lo que de genuino y singular tiene la producción humana, “Useless” se adhiere plenamente al género documental aunque para alguien que siempre bordea la delgada línea que separa ficción y no ficción cuesta apreciar cuando Zhangke actúa como director de orquesta y coloca las fichas justo en el lugar que desea. Pero como ya había dejado claro con anterioridad, como documentalista no tiene parangón y su pulcritud y su refinamiento no son casuales. Es más, su reposada aproximación a aquello que trata de captar con su objetivo recurriendo a travellings suaves y sutiles no permite objeción: Zhangke es un realizador de una sensibilidad extraordinaria para apresar lo excepcional de lo real.
A la espera de las reacciones que “24 Cities” provoque en Cannes, “Useless” exige la misma oportunidad que “Naturaleza Muerta” obtuvo en salas (muy distinguidas, eso sí), aplaudiendo como no la valentía del público que hoy llenó la sala 2 del Aribau Club.