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S.Oficial: "Claustrophobia" de Ivy Ho

Publicado: 03/05/2009

En una escena muy concreta de las ocho que componen "Claustrophobia", ópera prima de la hasta ahora guionista Ivy Ho ("Comrades", "July Rhapsody"), los personajes que interpretan Karena Lam y Ekin Cheng observan en un televisor una serie de anuncios publicitarios que promocionan un marca de chicles. En los mismos, el producto halla su gancho en su capacidad para unir a dos completos desconocidos en tan solo un instante. Acto seguido, nos muestran a la misma pareja en una sala de cine, donde ella llora desconsolada y él está simplemente dormido. El amor, "la mejor herramienta de marketing que existe", es también una especie de virus contagioso proclive a causar estragos en espacios reducidos, casi asfixiantes. En su fuerza reconciliadora reside también su cruz, pues tan fácilmente nos aproxima que nos separa.

OF_Claustrophobia_01De mayor profundidad emocional y complejidad narrativa que las comedias románticas de su mentor Johnnie To (caso de "Needing you"), "Claustrophobia" incide en una fórmula más arriesgada, propicia para adentrarse en el resbaladizo terreno de las relaciones extramatrimoniales, pero abordando su problemática desde una óptica elegante y sutil. Tan intensa como el trabajo de fotografía de Mark Lee, tan clarividente como la efusividad que genera el lenguaje corporal y los dobles sentidos.

La directora principiante recurre ingeniosamente a los mínimos elementos (cinco actores y dos escenarios) para delinear una historia cuyo desenlace conocemos en primer término, permitiendo al espectador encajar las piezas de la misma durante una cuenta atrás que se prolonga a lo largo de un año. Tom (Cheng) es el jefe de Pearl (Lam), gerente de una compañía de logística centrada en negocios de importación y exportación. Un hombre casado y con hijos que destaca por la amabilidad y paciencia que presta a sus compañeros. El equipo también cuenta con Jewel (Chucky Woo), la desvergonzada asistenta de Tom, John (Derek Tsang), un joven ejecutivo que sufre desbarajustes anímicos realmente esperpénticos, y Karl (Felix Lok), el más veterano de todos. Caracteres dispares que sin embargo Ho perfila con incontestable maestría e intuición. Todos comparten trabajo y confidencias en dos espacios cerrados, la ajustada oficina donde acontece la vida laboral, y el coche en el que Tom cada noche los conduce a casa. A su vez marcan dos arcos temporales opuestos, la cordialidad de la jornada matinal, el enigma nocturno y urbano del crepúsculo. Aquello que se fragua en el primero, estalla en el segundo.

Así, la evolución de los sentimientos de Pearl hacia su superior se convierte en leit motiv de un relato bajo la superficie que transcurre a la inversa. Desde un arranque insólitamente excepcional donde la discrección de las miradas y el mutismo incómodo explotan su tensión cuando Tom pide a Pearl que abandone su empleo por otro puesto en la empresa de un amigo, hasta la vehemente proximidad y las señales de incipiente pasión que Ho escenifica en la amplia terraza del edificio donde trabajan, el único escenario abierto y liberador del film, epicentro desde el cual se desencadena el subtexto que flota durante todo el metraje.

OF_Claustrophobia_02A diferencia del primer libreto que debía haber dirigido To Kei Fung, ocho pasos bastan a la hongkonesa para exhibir el espíritu fugaz de las relaciones humanas y el peligro que las circunda cuando bordean el áspero dominio de las infidelidades y las tentaciones, apresando su endeblez cuando nos inmiscuye en el espacio de lo público (el azaroso encuentro en el restaurante entre Pearl y la familia de Tom) o de lo privado (la confesión de Pearl en el coche mientras éste ha sucumbido al sueño, en verdad memorable). Además Ho aprovecha el status sentimental del resto como soporte de su motivación primera: desde el juego de tira y afloja que mantienen John y Jewel (siempre sugerido, nunca explicitado) hasta la panorámica que Karl dibuja acerca de la estabilidad del matrimonio y sus beneficios. Ello sin olvidar la conflictividad que se insinúa entre los progenitores de Pearl.

Aun bendencida como dialoguista, lo cierto es que Ho apuesta por la comunicación indirecta, por las intenciones y los deseos latentes bajo las formalidades y la correción política. Como en el cine de Wong Kar Wai, la ambivalencia que rige la relación de Pearl y Tom se debate entre la atracción y la repulsión, del mismo modo que la transparencia del personaje de Lam contrasta con la habitual opacidad del rol interpretado por Cheng. A pesar del evidente interés amoroso que Tom intenta disimular, la actitud sofocadora de éste se resuelve desde un punto de vista puramente pragmático, dejando sin conclusión pertinente la situación tras un forcejeo dialéctico.

Como en aquella escena que comentábamos al principio, todo finaliza repentinamente. Independientemente de las razones, el afecto se transforma en indiferencia en un abrir y cerrar de ojos. Nada es eterno y todo es complejo y adverso cuando el amor se introduce peligrosamente en parcelas inexploradas. En silencio, Ho evidencia sus inquietudes y su respeto hacia los personajes cuando plasma en imágenes su palpitante estudio sobre la fragilidad de nuestra interacciones personales, las mismas que son motor y freno de nuestra existencia. Un toque de distinción que nos recuerda que la debutante es una excelente escritora y, ahora sí, una más que digna cineasta con mucho que aprender, por supuesto, pero también con mucho que decir. Porque en definitiva, está en manos de muy pocos erigirse como revelación de la temporada, y en este caso no anda muy descaminada.

DAVID LÓPEZ

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