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Entrevista a Shinji Aoyama

De prolífica carrera, Shinji Aoyama se ha convertido con el paso de los años en una de las voces más respetadas del cine asiático, logrado ya el prestigio como cabeza visible de los realizadores independientes japoneses. Aunque su visita fue breve, Aoyama, que presentaba en el bAFF 2008 su reciente "Sad Vacation", pudo concedernos toda una hora para charlar sobre su imprescindible obra.

Publicado: 08/05/2008

shinjiss20aoyamawebwebwebParalelamente a las producciones más comerciales, los festivales de cine y la crítica han acogido con entusiasmo el cine independiente japonés, trabajos de escaso presupuesto pero que ostentan un gran talento. ¿Cuál es su visión de la situación actual del cine nipón?

No suelo ver demasiadas producciones locales porque no me gusta sentirme influido por éstas. No quiero dejarme influenciar por otros directores o movimientos. Creo que me decepcionaría saber que otro realizador ya ha utilizado argumentos similares a los míos y que necesariamente seremos comparados. Por eso mismo no creo que sea capaz de dar mi opinión sobre la actual situación de la industria japonesa. De todas maneras si que considero que existen cuatro grandes bloques en el cine de mi país. Por un lado, películas de grandes presupuestos, habitualmente muy comerciales y taquilleras. Por otro, un cine de mayor calidad y con claras pretensiones artísticas. En tercer lugar, un cine barato, de escaso presupuesto, realizado por directores muy jóvenes que poco a poco comienzan a despuntar. Finalmente hay toda una generación de cineastas dedicados al cine documental. En apariencia parece una industria poderosa pero a la hora de la verdad no hay demasiado cine que llegue finalmente a las salas.

En sus comienzos trabajó como asistente de dirección de Kiyoshi Kurosawa. ¿Qué recuerda de aquella experiencia? ¿Cuál ha sido la influencia de este realizador en su trabajo? ¿Qué directores han influido en la evolución de su filmografía?

Mi generación se caracteriza por haber abrazado un importante cúmulo de influencias de realizadores de todo el mundo, incluyendo a Kurosawa, por supuesto. Entre Kurosawa y yo hay una diferencia de edad de diez años. Cuando él empezó a rodar sus primeras películas podríamos decir que aún no se había alcanzado esta globalización de la información y posiblemente sus compañeros de generación no disponían aún del acceso a ese material internacional que a nosotros sí nos ha llegado. En cualquier caso la influencia es simbiótica. Discutimos y comentamos nuestros trabajos. Aprendí a amar la profesión como asistente de Kurosawa.

Director, compositor, escritor. ¿En cuál de sus facetas artísticas se siente más cómodo? ¿Crees que la multidisciplinaridad es relevante en la factura final de sus películas?

Creo que no me siento cómodo en ninguna de las tres (risas). Realmente si tuviera que elegir, reconocería que cuando más disfruto es cuando me siento en la silla de director. A fin de cuentas ya he dejado de componer música para mis películas pero disfruto escribiendo para mi banda. A veces echo de menos trabajar personalmente el apartado musical de mis películas y siento como si la obra no fuese mía en su totalidad. Pero es lo que hay y no me queda más remedio que aceptarlo. No sé si es relevante la multidisciplinaridad. Creo que mi trabajo diario durante un rodaje se resume en mi comunicación con el reparto, algo que considero primordial y necesario incluso en el propio desarrollo del guión, muchas veces abierto a esta relación con los actores.

Continuando en esta línea, en “Eli Eli, lema sabachthani?” el arte se revela como la salvación. ¿Crees que efectivamente en nuestra sociedad el arte tiene una función purificadora?

Claro, el arte es un elemento necesario para la sociedad. La capacidad del arte es la de “ablandar y moldear lo rígido”. Algo así sentí esta mañana al visitar la Sagrada Familia. Además me parece sorprendente como Gaudí comulgaba en su obra con la naturaleza y el entorno que la rodea. Una persona de pensamientos rígidos al chocar con el arte amplia su campo de visión.

En sus películas el sonido es un elemento de suma importancia, ya sea ambiental o puro ruido. En “Eureka” por ejemplo resultaba hipnótico gracias al constante sonido de las cigarras. ¿Cómo trabaja el sonido?

Desde sus comienzos, el cine es básicamente acción y por ello diría que el sonido no es tan importante. El sonido lo identifico con el ambiente. El director debe incorporarlo siguiendo dicha pauta.

A pesar de su frescura y naturalidad, creo que en su trabajo predomina una gran planificación de todos los componentes con un calculado estudio de los planos secuencia, el plano fijo o los travellings. ¿Es esto así?

Como afirmaba antes, mi método de trabajo se basa en la comunicación con los actores. Ellos representan precisamente la frescura y la naturalidad. Son el motor de la historia de la película. Los directores sin embargo pueden aportar un rumbo distinto. En ese sentido, es el director quien debe enfocar desde el ángulo correcto siguiendo a sus actores. La distancia entre el actor y el objetivo de la cámara es decisión exclusiva del realizador. Estudiar el cálculo de esta distancia no es patrimonio único de los cineastas japoneses, pues pertenece igualmente al cine europeo y norteamericano. En la obra de John Ford o Carl T. Dreyer se puede observar perfectamente esa especie de respiración que separa al actor del director.

En su obra se presenta el retrato de seres perdidos en el mundo. Aunque siempre aparece una puerta abierta hacia la esperanza. En este sentido, ¿cree que su obra es optimistas o pesimista? ¿En un film como “Eureka”, el viaje simboliza precisamente ese atisbo de esperanza?

Yo creo que soy optimista pero en última instancia depende del espectador. En cualquier caso, lo que es optimista puede tornarse finalmente hacia al pesimismo y dejar una sensación agria. Más que la esperanza misma, en “Eureka” el viaje simbolizaba la acción de buscar la esperanza.

Creo que uno de los núcleos temáticos de su obra gira en torno a la muerte. ¿Opina que en su producción se obliga al espectador a enfrentarse a la muerte de forma activa?

El siglo XX ha sido una cruel etapa de guerras, genocidios y muerte. El cine es una forma de recordar este horror sin sentido. No es que yo quiera introducir el concepto de muerte en el cine, es el propio cine el que anhela apresarlo.

En “Eli eli, lema sabachthani?” creo que se pretendía curar el caos a través del caos. ¿Qué opina de esta afirmación?

Pues sinceramente es una excelente pregunta. Entiendo perfectamente lo que quieres decir y realmente es complicado responder. Simplemente diría que no se cura. El caos sigue siendo el caos.

Aunque aparezca en “Eli eli, lema sabachthani?” como la música del futuro, el ruidismo es una corriente musical que actualmente cuenta con una escena muy respetada a la que pertenecen entre otros John Zorn, Otomo Yoshihide o Merzbow. ¿Cómo valora esta escena musical?

Suelo escuchar todo tipo de música, desde ruidismo hasta música clásica. Creo que todo me puede influir por igual. Lo mismo me pasa con el cine. Todo puede acumularse como inspiración y producir una respuesta que cualquiera puede hallar en mi obra.

Entrevista: David López

Traducción: Tesin

Fotografía: David López

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