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"Blood: The Last Vampire" por David López

Publicado: 10/05/2007

"El cine digital ha entrado en una nueva era. El mundo acabará considerando esta película como una obra maestra de la animación digital" James Cameron

Con esta sentencia, posiblemente tan exagerada como el comentario de Whitehead acerca de la filosofía platónica, el director de “Terminator” intentaba reflejar que algo estaba cambiando en el cine de animación y, de forma análoga, en el proceso cinematográfico en general. “Blood: The Last Vampire” fue la primera película de animación digital, en la que el trabajo de dibujo lo realizó por entero un ordenador.

Esta producción de Production I.G. la dirigió Hiroyuki Kitakubo (que ya contaba con un amplio historial como animador) a partir de un guión de Kenji Kamiyama y Katsuya Tereda. Curiosamente, era el primer anime donde se mezclaban diálogos en japonés e inglés, por lo que no debería sorprendernos su variopinto grupo de dobladores en su versión original: de Steven Jay Blum, voz más que conocida para los aficionados a los videojuegos, a Youki Kudoh, la famosa seiyu que da voz a Saya, principal personaje de la trama.

Aunque inicialmente estaba prevista la realización de tres OVAs, problemas de planificación y dinero motivaron que se concretase en un mediometraje de 48 minutos de duración. Sin ser la obra perfecta que muchos han visto en ella, la película encaja dentro de los parámetros de cierta animación fantaterrorífica de estilizado esteticismo que alcanza una de sus cumbres con el “Perfect Blue” del ahora tan afamado Satoshi Kon. En cualquier caso es destacable su magnífico acabado con un dibujo de gran calidad y realismo.

Su brevedad no sería mayor lacra si no fuese por las amplias lagunas de la historia, al menos a la hora de referir a un punto de partida o génesis. “Blood: The Last Vampire” nos presenta algo parecido a un fugaz episodio en la vida de Saya, jovencita que trabaja para una organización gubernamental secreta dedicada al exterminio de unas criaturas denominadas chiropterans, aterradoras bestias vampíricas que pueden adoptar forma humana. Saya no es una cazavampiros al uso (que nadie espere encontrar una nueva Buffy). Su aire frío, calculador y aparentemente poco dado a emociones (si bien, cualquiera que haya visto el film recordará como da de beber su propia sangre a un chiropterans agonizante en una escena de enigmática compasión que podría recordarnos al final de “Blade Runner”) impacta aún más enfatizado con su sugerente y prototípica imagen difícil de olvidar: traje de colegiala a la japonesa (ese mismo que parece haberse convertido en imaginería fetichista por excelencia -véase el atuendo de Chiaki Kuriyama en el primer volumen de “Kill Bill”-) y katana como eficaz arma de combate. Un agente llamado David, algo así como su jefe, mentor y, en definitiva, figura paternal, nos revela que Saya es el “último original”, posible referencia a ese “último vampiro” del título original. A falta del posterior comentario del resto de producción referida a la historia de Saya (videojuegos, series de anime, novelas), esa misteriosa denominación parece sugerir que Saya es el último vampiro puro, mientras que los chiropteans serían una especie de mutaciones o clones surgidos de un experimento secreto. De vital importancia en este sentido es la aparición final de una fotografía fechada en 1892 en la que Saya aparece vestida acorde a la época junto a un adhesivo que explícitamente recoge la palabra “vampiro”. En cualquier caso, tras un espectacular y sangriento comienzo en un vagón de metro, la película nos sitúa en una nueva misión de Saya. En la base norteamericana de Yokota, extraños suicidios y desapariciones llevan a la conclusión de la existencia de actividad chiropterans en este recinto militar. Saya tiene la misión de encontrarlos y eliminarlos. El desarrollo de esta parte de la trama funciona bastante bien dentro de los cánones del cine de terror, con sus habituales efectismos y guiños, nada comparable con la casi fantasmal y sanguinolenta presencia de Saya.

Dejando de lado la serie de anime “Blood+”, la mejor manera de indagar en esta historia es a través de las tres novelas escritas por Mamoru Oshii, el extraordinario realizador del ya clásico de culto “Ghost in the Shell”. La primera novela se titula “La noche de las bestias” y sería la piedra angular de toda la serie, con toda una concepción psicológica y conductual de estas criaturas.

Hasta la aparición del manga de Benkyo Tamaoki, el cual dio a la narración un cierto aire hentai (no en vano era un autor especializado en este género) bajo la influencia de “Carmilla”, el clásico de Sheridan Le Fanu, el pasado de Saya quedaba en el aire suspendido oculto bajo una cortina de humo a falta de dar coherencia y orden a las pistas abiertas por las novelas. En el manga, ambientado en Yokohama, incluso tendrían presencia una banda de motoristas al estilo de las viejas exploitation.

Regresando al mediometraje, su estreno fue todo un éxito a lo largo del 2000 y 2001. La primera edición española en DVD llegó el 18 de Marzo de 2003. Descatalogada dicha edición, llegó una nueva para coleccionistas el 23 de Marzo de 2005. Esta edición, distribuida por Selecta Vision, contaba con un “making of” de 20 minutos como más destacable extra.

El pasado año, Bill Kong, productor de “Tigre y Dragón”, fue el primero en comentar que se estaba preparando un film basado en la saga y que Ronny Yu sería el encargado de dirigirla. Finalmente el rodaje comenzó el pasado mes de Marzo con Chris Nahon asumiendo finalmente la batuta del film. Una producción localizada en China y Argentina. Gianna Jun, la estrella de “My sassy girl” (una de las películas coreanas más famosas de los últimos años), es la actriz elegida de dar vida a Saya. Su estreno está previsto para 2008.

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