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"Angels hard as they come" por Henrique Lage

Publicado: 28/09/2006

Pocos saben que el hoy oscarizado realizador Jonathan Demme, responsable de películas tan interesantes como "El silencio de los corderos" o "Philadelphia", empezó su carrera como guionista de lo que en principio estaba a ser llamada una película maldita.

"Angels hard as they come" o "Angels Warriors" como se conoce habitualmente, empezó como una película realizada a la sombra del (inesperado) éxito de "Easy Rider. Buscando mi destino" (Dennis Hopper, 1969), que propició toda una serie de películas de pésima calidad sobre moteros, de las cuales, salvo algunos trabajos "curiosos" (e hilarantes) a cargo de Al Adamson y alguna producción de Roger Corman (como la que nos ocupa), todas han caído merecidamente en el olvido.

El gran acierto de "Angels hard as they come" y lo que la convierte en una película diferente y a tener en cuenta, es su sentido auto paródico, burlándose precisamente de todas las películas de aquella bikexplotation, exagerando hasta la caricatura muchísimos aspectos de las mismas, ya desde la vestimenta y fetiches que definen a estos nómadas de la carretera, como la violencia extrema, cercana al tebeo como explotaría después en otro film de culto “Calles de fuego” (Walter Hill, 1984), así como un par de desnudos gratuitos.

La historia nos cuenta como Long John (Scott Glenn) es un motero que sobrevive gracias a pequeños comercios con drogas en medio del desierto, cuando es descubierto por la policía se inicia una persecución que termina en una pequeña gasolinera, junto a sus dos amigos: Juicer (Don Carrera) y Monk (James Inglehart). Allí conocen a unos Ángeles del Infierno que los invitan a pasar una temporada apartados en un viejo pueblo minero fantasma llamado Causa Perdida (el nombre no es casual en el guión del film), donde grupos de salvajes motoristas conviven con una comuna de pacíficos hippies establecidos allí. John conoce en el pueblo a Astrid (Gilda Texter) con quien mantiene una conversación en torno a las similitudes y diferencias de sus dos mundos. Cuando John es retado a una carrera, otros motoristas violan a Astrid en su ausencia, pero algo sale mal….

Roger Corman se planteó esta película en un principio como “Un Rashomon con moteros” (sic), planteamiento que cambió radicalmente ante las insistencias del director Jon Viola y el guionista Jonathan Demme, que cambiaron radicalmente el enfoque para realizar un pequeño delirio trash con aires de western y clarísimos guiños a Sergio Leone, especialmente en su resolución final, y cargado de ciertas dosis de humor negro (la explicación del nombre de un motero apodado “Crab” es un buen ejemplo de ello), hacen un conjunto bastante entretenido. Algunos aspectos más serios, como la conversación entre Astrid y John o las referencias al racismo y machismo del medio oeste americano, dotan a esta película de un mayor interés.

En el reparto cabe destacar a Gary Littlejohn (a quien ya conocíamos allá por 1967 tras su aparición en "Los Ángeles del infierno" de Richard Rush, compartiendo cartel con el emergente Jack Nicholson), Gary Busey (que interpretó a Buddy Holly en el biopic que sobre él hizo Steve Rash en 1978).Hemos hablado ya del diseño de producción de la película y de su divertida estética de cómic. No en vano, la dirección artística corre a cuenta de Jack Fisk, que puede presumir de haber trabajado con gente de la talla de Brian de Palma, David Lynch, Terrence Malick o Paul Thomas Anderson. Uno de los mayores aciertos reside en la secuencia de créditos de Don Record (que recordareis por películas como "Cleopatra Jones", "El planeta de los simios" o "Sueños de un seductor") que abre la película es una muy acertada parodia de los montajes homeróticos de Kenneth Anger en "Scorpio Rising" (1964) del héroe preparándose para su gran aventura, que popularizarían más tarde cineastas como Sam Raimi ("El ejército de las tinieblas", 1992), James Cameron ("Terminator", 1984) o Ted Kotcheff ("Acorralado", 1982). Tampoco pasa desapercibida la similitud entre la violación de Astrid en ausencia de John, con la violación de Amy en ausencia de David en la película “Perros de paja” de Sam Peckinpah, curiosamente estrenada ese mismo año.

En definitiva, “Angels hard as they come” no es una gran película ni mucho menos, tampoco es una comedia desmadrada o una critica incisiva, es un producto de (muy) bajo presupuesto que se recrea y aprovecha de su situación y al mismo tiempo que parodia/homenajea su estatus de copia da breves pero intensas pinceladas de originalidad. Una película de culto totalmente desconocida en nuestras latitudes y que debería verse como lo que es: una pequeña curiosidad, entretenida a ratos, prescindible en todo caso, pero digna de ver con una sonrisa en los labios ante el espectador que sabe disfrutar de un producto vacío, pero carente de pretensiones que no vayan más allá del guiño cómplice.

HENRIQUE LAGE

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