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Repensar 'Under the skin': el erotismo siniestro y gigeriano de Jonathan Glazer
El tercer largometraje del cineasta se inspira en la ciencia ficción especulativa de Michel Faber, que, incrementando la ambición abstracta del escritor, empuja al espectador a realizar lecturas fuera de marco/pantalla.
Publicado: 29/08/2016
El poeta de lo inverosímil, Jonathan Glazer ('Sexy Beast', 'Birth'), vuelve a la palestra, no exento de polémica, con 'Under the skin', un cuento onírico y sensual que se exhibió en el pasado Festival de Venecia, donde recibió aplausos y abucheos a partes iguales; y sin embargo, el Festival de Sitges lo acoge con magníficas críticas. El tercer largometraje del cineasta se inspira en la ciencia ficción especulativa de Michel Faber, que, incrementando la ambición abstracta del escritor, empuja al espectador a realizar lecturas fuera de marco/pantalla. Creando experiencias sensoriales violentas, Glazer juega con el sonido y la imagen para dar cuenta de un misterioso erotismo siniestro, en el que la seducción visual y auditiva se traducen como el poder inconsciente de la pulsión de muerte. Una inexpresiva y discreta Scarlett Johansson, que encarna un rol explosivo de antiheroína alienígena, despliega, en su primer desnudo íntegro, los encantos de otro mundo. Cuan 'mantis religiosa', su interés por los hombres es meramente culinario y, simplemente, los utiliza para abastecer a un mercado interplanetario de carne humana. La cinta, con dejes gigerianos, es un viaje alegórico: sublime, hermoso, triste y fascinante, que transmite lo que significa ser humano.
Si en la novela del autor escocés (de adopción), la chica de “pechos enormes y perfectos” es bautizada con el nombre de Isserley (una forma extraña en el cuerpo de una mujer bella), el realizador y guionista londinense prefiere llamarla Laura. Aunque libre de las cicatrices de su predecesora literaria, padece los mismos síntomas: malestar físico, vacío existencial y desarraigo del amor en la cultura pop (como diría Ryu Murakami). A través del extrañamiento de un cuerpo que no le pertenece, se precipita hacia un abismo boscoso que oscila entre la fantasía y la realidad, una peregrinación a ninguna parte que resulta tan sugestiva como las elipsis de la historia. En principio, totalmente distante con respecto a sus víctimas, parece despertar cuando seduce a los hombres jóvenes y fuertes que suben a su furgoneta; sin embargo, según avanza la trama y comienza a sentir empatía por una especie que no es la suya, se repliega en un estado cuasi catatónico para convertirse en una criatura vulnerable y frágil.
Mediante el aderezo audiovisual (como ya hizo Kubrick), Glazer, frente a Faber, apuesta por las sutilezas y las metáforas. Ahora no hay tiempo para los autoestopistas, sino que serán los transeúntes las presas de esta 'depredadora sexual'. Elegidos de manera aleatoria, los varones musculosos son arrastrados, con ímpetu desesperante, hacia la nada al compás de una danza macabra. En la novela los hombres que captura Isserley en las Tierras Altas de Escocia son alterados químicamente, además de castrados, antes de convertirse en sabrosos 'voddssin': comida, de primera, para el disfrute de extraterrestres un tanto snobs. Pese a las diferencias, el film, al igual que la obra literaria, pone de relieve que la ciencia ficción puede funcionar como sátira social. De esta manera, Glazer, que entiende el cine como arte y no como mero entretenimiento, continúa la senda marcada parareflexionar sobre las clases sociales, la humanidad y, sobre todo, la identidad sexual.
A partir de un inesperado giro hacia la compasión, que comienza con el encuentro de una suerte de 'hombre elefante', empieza a sentirse cada vez más humana y aterrorizada como mujer. Ahora el espectador se pregunta qué oculta Laura bajo la piel. Cada vez menos 'femme fatale', se acentúan los rasgos de puerilidad en su comprensión sobre los terrestres (ya que esta alien sexy desconoce el sexo más de lo que nos había dado a entender en un primer momento). En su iniciación sexual aflora el desencanto para, posteriormente, sufrir la degradación total. Atrás queda el peligroso coqueteo intergaláctico comandado por Laura.
El inquietante score, cortesía de Mica Levi, incrementa con creces el desconcierto y el terror más visceral, que, a base de sonidos procesados digitalmente, retumba como cuernos de guerra y rugidos amenazantes en concordancia con el tono de ensoñación del film. En manos de otro director, todo se habría derrumbado en pedazos, pero el artífice de videoclips (Massive Attack, Radiohead o Blur) maneja a la perfección, con toque indie, temas como la cosificación, la sexualidad o la muerte. En cuanto a la intencionalidad moral, 'Under the skin' encaja como un guante con una corriente literaria contemporánea que se preocupa por las relaciones entre los humanos y los animales, caso 'La vida de los animales' de JM Coetzee, 'Marranadas' ('Pig tales: a novel of lust and transformation') de Marie Darrieussecq, e incluso, 'Liberación animal' de Peter Singer.