"Apocalypto" por Carlos Polite
Publicado: 27/01/2007
Para todos aquellos que aún no se habían
enterado o que nos les quedaba claro, Mel Gibson es
uno de los grandes directores de cine de hoy en día.
Se intuía en su primera e intimista película
"El Hombre sin Rostro", se confirmaba en "Braveheart",
quedaba rotundamente claro en "La Pasión
de Cristo" y de nuevo los afirma y ratifica en
esta contundente película. Quizá, si este
señor fuera un tipo majo y progre de izquierdas,
no fuera un homófono ultracatólico y conservador
y no le perdiera la boca, parte de la crítica
que incomprensiblemente hoy en día le da la espalda
alabaría su trabajo tal y como merece.
Pero vamos a la película. Su guión, que
no tiene más de tres páginas, relata una
historia muy simple, nuestro protagonista vive plácidamente
con su mujer embarazada y su hijo en un poblado situado
en lo profundo de la selva mexicana. Todo es paz y armonía,
hasta que los chicos mayas de la gran ciudad aparecen
secuestrando y liquidando a la casi totalidad del pueblo.
Nuestro intrépido héroe también
es capturado, no sin antes poder poner a salvo a su
mujer e hijo en un pozo del que no pueden salir por
si solos. El resto es una persecución por la
selva para salvar a sus seres queridos. Esto es lo que
pretendía Gibson, ni más ni menos, contarnos
una historia de acción y aventuras en un contexto
donde hasta ahora no se había enmarcado con seriedad
ninguna película anteriormente.
Pero madre mía como lo cuenta, puro virtuosismo.
Jamás la sensación de movimiento en el
cine había sido tan rápida a la par que
tan clara. La persecución por la selva nos depara
algunas de las secuencias de acción más
increíblemente bien rodadas de los últimos
años. Nada de acción a lo Matrix ni exageraciones
sin sentido, una vuelta a los orígenes puros
de la acción física pero rodadas con una
fuerza impresionante y como nunca se había visto
en pantalla. Se sufre cada paso del protagonista. Diálogos
los justos y necesarios, aunque podría haber
sido una película muda y hubiera transmitido
toda su fuerza por igual.
Así mismo, resulta un viaje alucinante a la
civilización Maya, que en la brevedad de los
momentos que se desarrollan en la misma nos muestra
una sociedad clasista, degradada y gobernada por medio
del temor a un dios sediento de sangre, muerte y violencia.
Lo cual no es nada nuevo bajo el sol. Pero ojo, que
nadie piense que les van a dar una clase magistral y
sesuda sobre la desaparición de una civilización,
aunque quizá se esbocen las razones de la misma.
Todo ello puesto en imágenes sin reparar en
gastos, con la intención de dejar al espectador
absolutamente boquiabierto. Y a fe mía que lo
consigue con creces. Desde un punto de vista técnico
la película es impecable a todos los niveles,
la ambientación es magnífica, el vestuario,
los decorados, se respira realidad por los cuatro costados.
Todo ello acompañado por un elenco de actores
completamente desconocidos que se ajustan a la perfección
en sus papeles y cuya presencia en algunos casos es
absolutamente imponente (El jefe de la partida de secuestradores,
resulta intimidante no sólo por su presencia
física, sino por su sentido del honor dentro
de su absoluta barbarie).
También estamos ante un canto a la familia.
No podía ser menos viniendo de un personaje como
Gibson (padre de seis hijos) y de cómo ésta
nos sirve para superar barreras de todo tipo, en este
caso más físicas que otra cosa.
Un único pero cabría poner, su duración,
excesiva. La brevedad es una virtud que hoy en día
pocos directores tienen (alguien ha dicho Woody Allen).
Quizá el cariño que le tenga a la historia
su director haya hecho que le haya resultado imposible
deshacerse de más metraje en la sala de montaje.
Podría haberse ahorrado sus veinte minutos y
estaríamos hablando de una película absolutamente
redonda.
En definitiva una película de aventuras pura
y dura, rodada de forma magistral. Así que a
disfrutar.
Carlos Polite