En “Yonqui”, especulaba William S. Burroughs sobre la existencia de un hombre que podría llegar a morirse por el mero hecho de ser incapaz de asumir la inmutabilidad que se le imputa al cuerpo humano. Ese anhelo por evadirse de la tiranía de la carne encontraría hoy su correlato en el compromiso estético-existencial de Genesis Breyer P-Orridge, visionario profeta del arte entendido como un reto que pone en entredicho las limitaciones de la biología.
Publicado: 22/02/2011
Aludiendo, de forma autoconsciente, a la técnica del cut-up (sea por las referencias a Brion Gysin o por el rompecabezas que conforman sus fotogramas), “The Ballad of Genesis and Lady Jaye” es, precisamente, un collage narrativo, corrosivo y anárquico, que traza un insólito perfil del líder de Throbbing Gristle y Psychic TV, figura de la escena industrial que se sometió a varias operaciones quirúrgicas en su anhelo por aproximarse, lo máximo posible, a su ideal de belleza, Lady Jaye / Jacqueline Breyer, la mujer con la que compartió vida y obra durante casi 15 años hasta el trágico fallecimiento de ésta en 2007.
Desde viejas grabaciones de conciertos y ensayos, o grotescos happenings en instituciones museísticas de renombre, hasta anodinas travesías en metro, itinerarios matutinos por el parque y mofas en la cocina. La filosofía DIY parece regir el espíritu de un documental que recurre por igual a mensajes telefónicos que congelan confesiones amorosas, dramatizaciones que ironizan sobre la iconografía cristiana, parodias hitlerianas descartadas en la sala de montaje por Bruce LaBruce, explosivas apariciones de anti-estrellas como Peaches, homemade footage registrado en el cottage de Derek Jarman y fantasmagóricos tableaux vivants que remiten a la imageniería fin de siècle (en ese sentido, no es casual que esté acreditado Benjamin Kasulke, el director de fotografía de “Brand upon the brain”).
El mérito de Marie Losier reside en su pericia para aunar lánguida fantasía, humor provocador y hagiografía romántica a la hora de capturar las contradicciones, no ya de una época esencial para comprender la eclosión del movimiento post-punk, sino también de los tabús que acarrea el devenir de la deshumanización de lo corpóreo, siendo un proyecto vital tan apasionante como la pandroginia su antídoto en la guerra contra el conformismo y el naufragio de nuestra civilización, así como la consumación extrema de la devoción llevada hasta sus últimas consecuencias.
Lanzando conjeturas sobre la maternidad, la vejez o el fetichismo, P-Orridge anuncia el advenimiento de un nuevo ser indivisible que resurge de la deconstrucción de otras dos identidades individuales. Una tesis que, abrazada en la práctica, podría parecer un anexo en el concepto cronenbergiano de Nueva Carne, pero que, en manos del esquema pretendidamente incongruente y disperso de Losier, se inclina por momentos a plegarse a la voluntad de otro retrato del background cultural de las décadas de los 70 y 80, cimentado sobre imágenes subyugantes, agresividad formal y portentosa banda sonora. Por ello, si debiéramos ponerle un pero al resultado de este film, doblemente galardonado en Berlín, éste sería su desinterés por profundizar con detenimiento en aquellos derroteros que, como espectadores poco convencionales, aspirábamos a que transitase una cinta de esta índole, finalmente poco prolija cuando, en aras de un nuevo canon de sublimidad, las transformaciones físiológicas adquieren protagonismo en el metraje. Pero, sin duda, ésa era otra historia.
David López
"The Ballad of Genesis and Lady Jaye" tendrá su premiere española en el marco de Punto de Vista - Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, certamen que comienza hoy en Pamplona.