Django desencadenado

Quentin Tarantino regresa a la primera división con un western que, con la esclavitud como telón de fondo, reincide en la estética de la venganza. Para ello se apoya en el trío de ases que conforman Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio y Jamie Foxx.

Publicado: 19/02/2013

Cada cierto tiempo, Quentin Tarantino retorna y el mundo tiembla. Sus seguidores acérrimos empiezan a defenderlo con ver poco más que un teaser trailer mientras que sus detractores auguran que solamente nos ofrecerá; otra película violenta. Pero, como decía Oscar Wilde, "que hablen mal de uno es espantoso pero hay algo peor: que no hablen". En el caso del director estadounidense, la prensa y el público no callan cuando se avecina un nuevo proyecto suyo. Y ésta vez no ha sido una excepción.

Que Tarantino nos regale un western no debería pillar a nadie por sorpresa. Simplemente basta con rescatar su anterior filmografía para percatarnos de su gusto por el género. Siempre a través de los diversos homenajes que ha ido introduciendo en sus películas precedentes. Pero a veces aquello que amamos con locura, a la hora de plasmarlo en imágenes, falla estrepitosamente. Afortunadamente, esto no sucede con 'Django Desencadenado'.

La película comienza con el Dr. Schultz encontrando en su camino a Django, un esclavo al que necesita para rematar uno de sus encargos. Pero esta unión de conveniencia, que tiene como punto de partida esa primera noche de libertad, acaba ampliándose cuando la historia de venganza de Django se cruza en sus destinos. Hasta aquí todo apunta a una historia muy simple y podríamos decir que en realidad lo es, pero el cineasta se toma su tiempo para desarrollar la personalidad de los dos protagonistas y explicitar cómo su amistad y complicidad crecen con el paso de los días. Lo que parecía un mero trabajo para caza-recompensas se convierte en algo personal: el rescate de la esposa de Django, una esclava en manos de Calvin Candie, el rico propietario de una plantación.

El inicio del film resulta brillante, con un tema compuesto por el argentino Luis Bacalov y la posterior presentación de los roles principales. Aunque la crítica ha censurado su excesiva duración, acusándola de propiciar un ritmo irregular, mantiene casi siempre el interés. 'Casi' porque Tarantino no acaba de rematar satisfactoriamente su desenlace y el metraje se convierte en un obstáculo.

Las situaciones violentas, en ocasiones excesivas (caso de las escenas de lucha de los mandingos), y los brillantes diálogos asumen la voz cantante como era de esperar, algo característico del cine de Tarantino. El Dr. Schultz encarnado por Waltz deja huella en el espectador tras su enorme despliegue interpretativo en 'Malditos bastardos' y se alza como el mayor acierto de la película. DiCaprio, excelente en su papel de villano (uno de los mejores trabajos de su carrera), y Foxx, que cumple a la perfección a pesar de hacer suyo un personaje más plano, elevan infinitamente el listón. Mención aparte para Samuel L. Jackson, irreconocible gracias a la labor del departamento de maquillaje.

Desde el sugerente tema de apertura, la banda sonora, como siempre, muy cuidada, ya que desde sus inicios ha sido un aspecto fundamental en la trayectoria de Tarantino que puede llegar a marcar con mayor profundidad que el propio film. Las piezas originales del mítico compositor italiano Ennio Morricone contrastan con el hip hop contemporáneo que acompaña alguna que otra escena. Y, por supuesto, más de un tema que rinde homenaje al western, género tan amado por el director.

Como conclusión, gracias el potencial del reparto, un libreto repleto de líneas ingeniosas y secuencias tan sobresalientes como la burla del Ku Klux Klan, la película merece la pena incluso para aquéllos poco fanáticos del cine de Tarantino. Una buena oportunidad para apreciar sus virtudes o, de lo contrario, al menos disfrutar de un Christoph Waltz en estado de gracia que no dejará a nadie indiferente.

Mara Gilbert

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