La trágica historia de Sylvia Likens, una adolescente de Indiana que fue torturada hasta la muerte, ha sido retratada en nada más y nada menos que dos películas en la presente edición del Festival de Sitges: Jack Ketchum's The girl next door y An american crime.
Dirigida por Tommy O'Haver, cineasta que se aleja radicalmente de su registro habitual con esta película, e interpretada por Ellen Page, Catherine Keener, Hayley McFarland, Ari Graynor, Evan Peters, James Franco y Bradley Whitford entre otros, An american crime cuenta la historia de una ama de casa, madre de siete hijos, que en los años 60 secuestró a una adolescente de 16 años a la que torturó con consecuencias mortales, además de instar a sus propios hijos y a otros chicos del barrio a que agredieran físicamente a la chica secuestrada y le practicaran todo tipo de vejaciones.
An american crime engrosa una creciente lista de películas basadas en hechos reales, constatando al mismo tiempo dos grandes dogmas especialmente vinculables al cine de terror: por un lado, que la realidad suele superrar con creces a la ficción, y por otro, que no hay nada más escalofriante para el espectador que saber que lo que está viendo ha acontecido de verdad.
Partiendo con ambas bazas bajo el brazo, An american crime se centra única y exclusivamente en el tratamiento psicológico de los hechos acontecidos en 1965, dejando que la crudeza de los maltratos quede apenas intuida, si bien en momentos puntuales la violencia ejercida sobre Sylvia Likens -Ellen Page, a quien ya pudimos ver en Sitges en Hard Candy- queda más que patente.
Aun así, incluso estas escenas de violencia explícita quedan ensombrecidas por un terror eminentemente psicológico bajo la perturbadora mirada de Gertrude Baniszewski (Catherine Keener), un nuevo ejemplo de esa supuestamente idílica sociedad norteamericana de la segunda mitad del siglo XX a la que el American Gothic se encargó de retratar a su modo particular.
Así pues, la película de Tommy O'Haver resulta bastante inquietante, manteniéndonos en tensión durante buena parte del metraje gracias, básicamente, a la labor interpretativa de sus dos actrices principales, si bien algo más de violencia explícita, sin necesidad de llegar al ensañamiento, habría dotado a An american crime de un impacto visual del que, por desgracia, carece.