Singularmente inferior (pero no completamente fallida) en comparación con las producciones más fructíferas en lo artístico y lo comercial de Johnnie To y la factoría Milkyway Image, “Mad Detective” (“Sun taam”) aporta a la historia reciente del Hong Kong noir un interesante punto de corte fantástico que conduce el thriller policiaco a otros derroteros aunque con resultados no del todo satisfactorios.
Publicado: 11/03/2008
El pope del polar hongkonés se arropa de habituales de la casa para facturar una cinta que vuelve a rezumar aquel regusto de los títulos más azarosos de To, aquéllos en los que los rodajes rápidos, baratos y directos impregnaban con su propia marca el producto final. Por un lado, Lau Ching Wan, Andy On y Lam Ka Tung asumen los tres roles principales de una trama en la que la honorable oda de a la amistad masculina y la lealtad a los más altos códigos en un clímax de violencia furibunda no tienen cabida, al menos con la sensibilidad estilística y narrativa de épicas como “Election” o “The Mission” (y por supuesto “Exiled”; su secuela). En esta ocasión, To parece adentrarse más bien en una variante delirante y descocada de las buddy movies a la que por supuesto no le faltan sus gotitas humorísticas (bastante acertadas la mayoría) y cierta melancolía romántica con elementos sobrenaturales que el director parece explotar al máximo en la melodramática “Linger”, uno de sus últimos proyectos junto a “Sparrow”, esa producción casi maldita que ha tardado tanto en finalizar como la añorada “P.T.U.”. Pero retomando la aproximación al equipo técnico y artístico de la película, no podemos obviar la significativa colaboración junto a su inseparable Wai Ka-Fai, con el que To reedita labores de codirección. Además Kuk Kok Leung (productor), Cheng Siu-keung (fotografía) y Stanley Chong (vestuario) sirven para reafirmar esa preocupación del realizador hongkonés por controlar el proceso hasta su último detalle rodeándose de un equipo de fieles de confianza tan fraternal como los tipos que protagonizan algunos de sus mejores films. Eso sí, apostando por un compositor francés (Xavier Jamaux, de nuevo en la venidera "Sparrow").
Centrándonos ya en la trama, “Mad Detective”, a pesar del indiscutible trío protagonista, es básicamente una tragedia que gira en torno a un único personaje. El inspector Bun (Ching Wan) es el antihéroe perfecto, un policía de la vieja escuela duro y psicótico pero infalible y por ello muy respetado. To sorprende con un punto de partida delirante y dichosamente tragicómico: Bun tiene el don de ver la personalidad interior, así como la posibilidad de revivir acontecimientos pasados. Y es aquí, con este ingrediente fantástico, donde el asunto se complica porque cada una de las distintas personalidades de los variopintos individuos que se topan con Bun están interpretados por un numeroso reparto de secundarios que provoca inicialmente confusión hasta que el espectador es capaz de discernir lo que es real de lo que es pura ilusión psicológica (no estaría de más cuestionarse por qué To decide siempre ofrecer un rostro femenino para mostrar al público la identidad más maquiavélicamente perversa y sutil). Un recurso que soporta momentos brillantes e hilarantes (excelente la escena que en un coche comparten los personajes de On y Ka Tung junto a sus nutridas personalidades). En cualquier caso, este poder ha proporcionado al agente un currículum extraordinario ajeno al más sagaz de los detectives. Pero también un creciente estado de locura y frustración que supondrá en última instancia suficiente razón para su expulsión del cuerpo tras unos minutos que reiteran la fascinación asiática por la mutilación sistemática y afilada de los órganos y partes de la anatomía humana. El inicio de una investigación inconclusa meses después requerirá de su presencia por parte de un policía más joven, de una generación posterior guiada por principios y objetivos diametralmente opuestos. A partir de entonces, la película desvaría, felizmente a veces, desafortunadamente otras, por un caso policial disparatado envuelto en un divertido caos de esposas que el espectador no llega a entender si están vivas o muertas, múltiples personalidades que agotan el espacio físico de la acción y los tópicos que cualquiera pueda esperar del género.
“La intuición debería primar sobre la lógica” aconseja Bun a su compañero Ho Ka On (On), meditando sobre unos métodos que para nada casan con la ciencia criminal que la nueva escuela defiende. Bun representa ese arquetipo clásico del detective poco escrupuloso, expeditivo e inquebrantable que no maneja ideas claras y distintas sino impresiones y corazonadas. El olfato de la veteranía y el espíritu imperecedero de la profesionalidad y el carisma. A pesar de lo perturbado y excéntrico de su comportamiento, la empatía que el espectador siente hacia Bun clarifica esa pasión por las criaturas avocadas a su tiempo vespertino, cuyo fin se profetiza cercano, pero cuya honestidad y coraje acaba por ejercer de motor de la historia.
Menos calculada que incursiones previas (esto no es “Breaking News”) aunque igualmente crepuscular y pesimista en su mensaje final, “Mad Detective” falla por su exageración caricaturesca de trazo grueso que nos hace echar en falta la clase y la sobriedad de “Election”. La brutalidad primigenia y la oscuridad psicológica de sus precedentes se diluye en un cómic desmadrado que alcanza sus mejores cotas en su desenlace, con una planificación estudiada y estilizada, una bella factura en la que la sangre vuelve a reclamar su status de materia prima pictórica y una reflexión desalentadora y funesta sobre la condición humana. El supuesto guiño a “La Dama de Shanghai” de Welles que acompaña a dicha secuencia es sólo el toque de distinción para el cinéfago de nuevo cuño que no tiene complejos en reconocer al hongkonés como representante privilegiado de lo que hoy podemos calificar como cine de autor. Sin el impacto emocional, los repartos en estado de gracia y la portentosa narrativa en crescendo de anteriores trabajos, To firma un producto entretenido, tan desequilibrado que resulta inconscientemente jovial, cuyo metraje finaliza en un suspiro y nos satisface a los incondicionales de su filmografía a la espera de otro golpe en seco y agudo como el sufrido años atrás por el díptico “Election”, doble entrega maestra cuyo feroz y salvaje discurso estético y expositivo convierte a “Mad Detective” en una simpática parodia.