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China DVD: "The Sun also Rises"

Sin relación alguna con el clásico del mismo título dirigido por Henry King en 1957, “The Sun also Rises” (“Tai yang zhao chang sheng qi“), el tercer esfuerzo como realizador del actor Jiang Wen, se puede apreciar como dos películas bien distintas pero complementarias: por un lado, un onírico paseo por las excentricidades del realismo mágico que harían las delicias de Emir Kusturica; por otro un relato eminentemente romántico que, sin pretensiones aleccionadoras sobre la historia reciente de China, se sumerge en los últimos días de la Revolución Cultural, cuyo punto final acompañaría la muerte de Mao.

Publicado: 07/04/2008

sun_also_rises2434Lo cierto es que en un primer visionado la cinta de Wen parece atender más a las intuiciones y las sensaciones que a la lógica y la coherencia de la narrativa tradicional. Insólita y poco convencional, el espectador podría dejarse arrastrar sin racionalizaciones por un cuento dividido en cuatro capítulos (que no son tales) en los que la fantasía, la belleza estética y los sueños imperan sobre una trama ordenada, una historia cronológica o una ley de la causa y el efecto. Los primeros cuarenta minutos de metraje inciden especialmente en esta visión, con la misteriosa búsqueda de unos zapatos en la que confluyen muertos que hablan, cabras que caen de los árboles, pájaros que no dejan de gritar o enigmáticas construcciones en el interior del bosque. Un ensueño cuyo grado de espejismo decrece según avanza el film. Porque aunque esta percepción sea perfectamente plausible, el aparente cripticismo de la película se diluye lentamente según Wen revela las piezas de este pequeño puzzle, completado en su segmento final cuando se cierra la relación que conecta las cuatro partes y, del mismo modo, la que une a sus seis protagonistas principales a los que dan vida un reparto estelar. Por encima de todo, un mensaje (el amor como locura, entendida ésta como la más alta de las pasiones) y una crónica que no responde a la temporalidad lineal sino que se presta a las rupturas y los saltos, siendo en última instancia el público quien debe reconstruir la historia.

sun_also_rises334Revelar detalles del argumento significaría una auténtica traición, por lo que nos conformaremos con plantear las principales relaciones entre los personajes de esta obra vagamente inspirada en la novela “Velvet“ de Ye Mi. En el contexto de un 1976 que pondría punto y final a la Revolución Cultural, Zhou Yun interpreta a la madre de un joven brigadista de 17 años (Jaycee Chan, el hijo de Jackie Chan) que nunca conoció a su padre. Tras asegurar que unos pájaros han robado unas zapatillas que acababa de comprar, la mujer comienza a actuar sin cordura alguna ante la mirada inquieta de su hijo. Creyéndola inmersa en un paulatino estado de locura, el muchacho sentirá más que nunca la necesidad de descubrir más sobre un progenitor, cuya identidad y verdad sólo conoceremos en el desenlace, casi 20 años anterior en la progresión de los sucesos narrados. El extraño comportamiento de ésta en realidad retrotrae un pasado traumático. Una boda frustrada más allá del desierto y una promesa rota posiblemente por una traición amorosa. Dolorosa verdad que ha derivado en una falsa ilusión con la que proteger a un hijo. En su segunda sección, Wen nos presenta un triángulo amoroso entre Liang (Anthony Wong), un profesor de cocina de la Universidad de Shanghai, Tang (el propio Jiang Wen, sustituyendo al inicialmente previsto Tony Leung Chiu Wai), un colega y amigo de facultad, y Lin (Joan Chen), una enfermera que cuida del primero. Sin que llegue a concretarse si se trata de una maniobra disuasoria para distraer la atención sobre su romance con Tang, un hombre casado, Lin diseña un rocambolesco plan para confesar su amor a Liang, tras acusarlo de acoso sexual en una sala de cine. La tercera historia se reencuentra con el primer episodio cuando Tang y su esposa (Kong Wei) se trasladan a la aldea que se nos presentaba al inicio del film donde ahora Tang debe cumplir una condena impuesta por la reforma laboral que lo obliga a trabajar en el campo durante meses, tal vez años. Pero mientras Tang divide su tiempo entre la caza para mantener a las brigadas y sus juegos con los niños de la villa, su mujer comienza a intimar con el joven lugareño hasta que finalmente la infidelidad se consuma, sorprendidos in fraganti por el marido. Éste, aunque desee matar al chico, finalmente perdona su vida consciente de su propia culpabilidad en este incidente.

up-The_Sun_Also_Rises_lg3455445Si bien es en el primer episodio donde los elementos más indescifrables hacen acto de presencia, la película está trufada de momentos poco usuales y cautivadores, rebosantes de ternura y pasión como la persecución a la salida del cine (un cariñoso homenaje al viejo celuloide) o la contemplación de ese río ajeno a las leyes de la física que arrastra solemne la ropa de la madre desaparecida. Es por ello, y como nos recuerda el personaje de Joan Chen (“somos demasiado racionales”), no es descabellado disfrutar de esta pieza guiados simplemente por sus contradictorios paisajes y sus paletas de colores (espléndidamente fotografiados por el trío Fei Zhao, Tao Yang y Pin Bing Lee), por la delicadeza de la banda sonora del gran Joe Hisaishi, por la ingenuidad de su humor y sus anacronismos, o por la festividad y el alboroto de sus números musicales. De lo contrario estaríamos siempre destinados a contemplar las cosas desde la misma óptica de la niña que en el film aspira a convertirse en adulta antes de tiempo. Por esta misma razón, incluso se puede perdonar a su director el montaje confuso y precipitado que estructura las imágenes.

Y aunque como afirmábamos anteriormente Wen no se preocupe en exceso por condenar las calamidades del régimen comunista, no es menos destacable que algunas de sus creaciones sean represaliados o inocentes militantes que son enviados a los confines de un país en el que comienzan a escasear algunos productos (el terciopelo, tan importante en la trama) para asegurar la implantación de las enmiendas del nuevo sistema político y con ello de muchos de los tabúes y miedos de la sociedad china (la represión sexual). Además es significativo ese guiño al “amigo ruso” y su situación geopolítica que Wen insinúa a lo largo del film.

En definitiva, una propuesta pequeña pero decididamente interesante en la que la maravilla y el costumbrismo se fusionan, funcionando casi siempre como parábola inédita de la crispada memoria de la China contemporánea.

David López

J. P. Bango en 08/04/2008

Un análisis magnífico, camarada.

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