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Tailandia DVD: "Las lágrimas del tigre negro"

Aprovechando el revuelo y las expectativas que en la red ha despertado su futura revisión de las aventuras del justiciero enmascarado Insee Daeng (“Red Eagle”), es cuanto menos oportuno recuperar hoy el debut en la realización del tailandés Wisit Sasanatieng. Me refiero, por supuesto, a “Las lágrimas del tigre negro” (“Fah talai jone”), una producción del año 2000 rápidamente encumbrada como cinta de culto en determinados circuitos y que sorprendentemente conoció estreno español en Enero de 2002. Algo inexplicable teniendo en cuenta los intereses de la gran mayoría de las distribuidoras y las salas comerciales pero que por otro lado viene a certificar el hecho objetivo que constituye para el cinéfilo de pro la mayor facilidad para hallar en nuestro país ediciones bastante decentes de títulos clave de la filmografía de Jia Zhangke en detrimento de otros clásicos absolutos considerados hoy como indispensables.

Publicado: 02/04/2008

tt_05tearsofblacktiger4455webCualquiera que haya visto el film de Sasanatieng habrá experimentado en un primer momento una emoción similar, muy parecida a la que se puede sentir al disfrutar de los lanzamientos del sello Mondo Macabro dedicados a los tesoros del Turkish Pop. Porque si hay algo que impresiona, sorprende y pervive en el recuerdo es la gozosa y seductora dirección artística del film, un enloquecido trabajo de chillonas y vivas gamas cromáticas que suponen una afirmación preponderante del color puro que en "Citizen Dog" alcanzaría su máxima manifestación. Dicho tratamiento corresponde a una intención que no debería diferir demasiado de la que apuntillaron los precursores del fauvismo a principios del siglo pasado: la expresión vitalista de lo emocional. En el caso de Sasanatieng, como en el de Matisse y sus compañeros de generación, no existe relación alguna con lo real sino más bien con los postulados de la teoría estética expresionista. En ese sentido, la teatralidad de su puesta en escena corrobora estas afirmaciones. La continua sobreactuación de su reparto o la cuidada elaboración de decorados en los que el color parece estallar literalmente son algunos de los ingredientes que permiten hiperbolizar la faceta expresiva de la película, que no es sino una trágica épica amorosa con la apariencia de un cómic ultraviolento que bebe en raciones desiguales del cine mudo, del western salvaje de Peckinpah, de las caricaturas de Leone o el melodrama romántico, dotando además a la narración de la idiosincrasia propia del folclore autóctono, el mito popular y el ritmo de los gloriosos seriales tailandeses que desde los 50 marcaron la Edad Dorada de la producción local.

Con estos precedentes, Sasanatieng construye una trama folletinesca e hilarante en la que no faltan aventuras adolescentes y anacronismos apoteósicos que por momentos elevan esta obra a la categoría de cartoon enardecido. Como en la mejor literatura romántica, “Las lágrimas del tigre negro” es una historia de amor imposible que, como no, sólo alcanza su cumplimiento y acabamiento con la muerte de los amantes. Dum y Rumpoey crecieron en familias de muy distinto status social pero su iniciática amistad derivó pronto hacia los nervios y los temblores de un primer amor. Pero las circunstancias provocan la separación de ambos y del mismo modo la integración del joven Dum en una banda de forajidos al margen de la ley liderada con mano firme por el temible Fai. Arropado por su nueva familia, Dum, conocido ya como Tigre Negro, se ha convertido en uno de los mejores pistoleros del clan, alguien que no duda en apretar el gatillo pero cuyo corazón pertenece aún a su querida Rumpoey, ya toda una señorita a la que su padre, un importante funcionario del gobierno, ha prometido con un capitán de la policía que persigue implacable a la cuadrilla de Fai.

tears-tiger_120920061159srdtwaDAprovechando la belleza plástica que domina el metraje y la pomposidad de su banda sonora repleta de melosos temas pop (perfectamente ensamblados con un score con reminiscencias al trabajo de Morricone para “Hasta que llegó su hora“), Sasanatieng apuesta por las caracterizaciones duales (rápidamente distinguimos a los personajes por la nobleza de su corazón o la maldad de sus actos), los giros novelescos y las pasiones desatadas y utópicas, confluyendo en una conclusión no por previsible menos funesta y desdichada.

Su definitivo encanto lo aporta la inclusión de los tópicos particulares de su país de origen, desde la referencia a la leyenda divulgativa hasta los zooms y las telarañas argumentales de los clásicos de Rattana Pestonji protagonizados por estrellas como Mitr Chaibancha, Petchara Chaowara o Sombat Metanee (que precisamente interpreta aquí a Fai). Para rematar, una llamada de atención para la exuberante arquitectura neobarroca o el genuino sentido del humor que inundan la obra.

Triste y fatalista (actitud vital que resume el monólogo en off que cierra la película), “Las lágrimas del tigre negro” es puro deleite visual, una amalgama de impactantes colores saturados, gestos exagerados y violencia explícitamente gráfica que envuelven un caramelo que tan sólo amarga por la adversidad y los infortunios de su intriga amorosa, un homenaje en toda regla a los afables clichés de la tragicomedia tradicional. Con todo, uno de los momentos álgidos de la nueva ola del cine tailandés, ésa a la que pertenecen realizadores como Apichatpong Weerasethakul, Pen-ek Ratanaruang o Nonzee Nimibutr, los mismos que han situado a la cinematografía local en la punta del iceberg del panorama asiático.

David López

yulma en 08/07/2008

muy bonita

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