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Eugenio Martín, un cineasta granadino muy versátil

De las improntas culturales que permanecen en Granada aún permanece el legado de Eugenio Martín, fundador del cine-club granadino. Un proyecto que, en sus orígenes, no estuvo exento de riesgo, pues las primeras proyecciones datan del 1949, en plena España franquista.

Publicado: 07/12/2011

Eugenio Martín (aunque nació en Ceuta en 1925, pasó su infancia y juventud en la localidad andaluza hasta que decide irse a Madrid a estudiar cine), comienza a participar en 1953 activamente en la UGR y obtiene el beneplácito de la institución, que le ofrece un proyector de 35 mm y una sede, el salón de conferencias de la Universidad. Las exhibiciones fílmicas se sucedían y comenzaron a generar una riqueza cultural que quedó plasmada en revistas coetáneas en las que se reseñaban las cintas y en las hojas de sala. Como era de esperar, los problemas no tardaron en hacer acto de presencia. Tanto que hizo suyo el lema "con la Iglesia hemos topado". Los jesuitas lo citaron en La Cartuja para aconsejarle que las criticas y los comentarios sobre las películas precisaban de supervisión, y eso no significaba más que censura. Este altercado le produjo tal enojo que pensó que sería mejor abandonar antes que sufrir la corrección eclesiástica. Así que el cine- club tuvo que esperar a mejores tiempos.

El director granadino, autor de una filmografía copiosa y heterogénea, así como cineasta de obra polimorfa y heterodoxa, sin consumirse en un solo registro, ha sabido trabajar y crear desde todos los géneros y casi para todos los gustos. De su extensa producción y de toda una vida consagrada al cine y trabajando para el séptimo arte desde distintas posiciones (realizador, asistente de dirección, guionista...) cabe resaltar la etapa de las coproducciones de los años 60/70, caso de "Hipnosis", de producción italo-germana, que además supuso la incursión de Eugenio en el thriller psicológico con reminiscencias de terror hitchcockiano. También "Pánico en el Transiberiano", premiada en el festival de Sigtes, una cinta de ciencia ficción que cuenta con un reparto de lo más internacional, destacando el tándem más popular de la Hammer, por entonces, el imponente Christopher Lee y el aterrador Peter Cushing, junto a una joven y bella Helga Line. El tiempo la juzgaría como obra de culto.

Pero el debut de Eugenio vino de la mano de un cortometraje, "Viaje romántico a Granada" (1954), un documental de creación y con trazas experimentales que le sirvió para plasmar en 16mm una serie de grabados y estampas de una ciudad más próxima a la leyenda que a la realidad. Recibió el premio al mejor cortometraje en el Festival de San Sebastián. Una apasionada y emocionante aventura recreada a partir de litografías pertenecientes al archivo de la Alhambra mediante las cuales teje un paisaje narrativo que tiene como telón de fondo el monumento granadino. Fue su carta de presentación para poder ingresar en la escuela de cine. Esta voluntad de ensalzar una ciudad en la que parecen filtrase los sueños la veremos en otro cineasta local Val del Omar en "Agua espejo granadino". Martín retomará de nuevo el sur que le vio crecer en "Una vela para el diablo" (1973), pero esta vez para poner en primer plano las supersticiones de una Andalucía profunda que se hallaba inmersa en un fanatismo religioso. Y como no, también filmará un ejemplar western europeo en Almería "El precio de un hombre" (1966).

En el panorama nacional recibiría encargos de lo más variopintos, caso de "La vida sigue igual" (1969), con un Julio Iglesias que nadie conocía y al que le asustaban las cámaras; ese mismo año también filmaría "Las leandras", cuyo elenco no puede ser más autóctono: Juanito Navarro, Alfredo Landa y Rocío Dúrcal, entre otros; y, como colofón, "Una señora estupenda" (1967), en la que tuvo que dominar a una desbordante y arrebatadora Lola Flores.

La inquietud creativa que caracteriza a Martín lo ha llevado a no adscribirse ni enquistarse en ningún patrón estético. He aquí la versatilidad de su producción, que solo responde a un afán continuo por la experimentación y la novedad de trabajar en proyectos de distinta índole. En resumen, Eugenio Martín es un artista inagotable que, a sus noventa y tantos, sigue pensando en el futuro, aunque la suerte no le sonrío como se merecía.

María José López Navarro

Bibliografía: "Eugenio Martín, un autor para todos los géneros" de Carlos Aguilar y Anita Haas.

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